Hace unos días una exconcursante de Gran Hermano propuso crear dinero y dar 5.000 euros a cada persona como forma de paliar los problemas económicos y sociales derivados de la epidemia. A pesar de la polémica y las risas, esta idea no es tan tonta como podría parecer a primera vista. Creemos que la idea es tonta porque tenemos en la cabeza lo que nos ha contado la teoría económica dominante: que crear dinero genera siempre inflación; pero esto es falso. En este vídeo explico por qué crear dinero no tiene por qué provocar inflación y por qué la citada medida puede tener importante potencial si se gestiona bien.
Crear dinero no tiene por qué generar inflación,
LA CIRCULACIÓN DEL DINERO Y EL CALENTAMIENTO DE LA ECONOMÍA.
Respecto a la relación entre circulación y calentamiento, se presupone que una circulación rápida del dinero expresa una demanda del dinero como mercancía, que acompañada de una expansión de la economía, elevará su precio. De forma que como una circulación rápida del dinero ha requerido de más dinero, se ha acabado por vincular una relación entre cantidad de dinero y calentamiento o rapidez de circulación (provocador de inflación).
Pero por qué si la cantidad circulante es decisiva en el calentamiento o enfriamiento, nos enfrentamos a deflaciones donde las inyecciones de dinero y/o la rebaja de su precio son inoperantes.
Hay crisis como la actual en las que precios y cantidad de dinero, también el IPC, nos siguen ofreciendo información, pero de un calibre que no admiten, en el momento, los intereses creados de modelos caducos.
Expliquemos algo muy simple, si como decía por 1934 no recuerdo qué economista, tenemos Crisis a trojes llenos, el problema se sitúa en el intercambio, en una desconexión entre producción e intercambio. Hay quienes hablan de crisis de sobreproducción, demanda, financieras, bursátiles…, pueden ser con un origen muy variopinto, pero las más importantes son las que expresan una acumulación discordante entre producción e intercambio sistémicos.
La disonancia entre producción e intercambio viene provocada como ya explicará Marx, por un desarrollo de las fuerzas productivas que el capitalismo es incapaz de asumir, convirtiéndose (al menos, en un primer momento) en freno de su propio desarrollo.
Y ello, porque las nuevas infraestructuras/medios de producción requieren de un modelo de intercambio propio, máxime si deben seguir manteniendo un sistema de relación, organización, distribución, jerarquía, llamémosle como queramos, basado en el lugar productivo que cada cual ocupa. Aquí es dónde saltan todos los instrumentos y herramientas, pues servían a un modelo de relación en vías o ya extinto, máxime cuando dichas herramientas analíticas suelen detenerse en distintas ideaciones sobre oferta y demanda. Y es cierto, que la distribución podría ser interpretada como una noción o desarrollo determinado de la oferta y demanda, pero aquí no ponemos el acento en dicho aspecto, ni siquiera en la distribución, sino en las implicaciones necesarias que para las diferentes ideaciones de oferta y demanda, distribución …, tienen las infraestructuras y medios de producción, es decir, a cada modelo de producción es inherente una tipología deintercambio (oferta y demanda, distribución, relación…, todas ideaciones que nos sirven para aprehender matices de una realidad).
El precio sigue dándonos información, el del dinero también, la deflación también o su riesgo igualmente, pero es harto complicado interpretarlas correctamente y aceptarla por las resistencias a un nuevo modelo de relación, intercambio, o distribución requerido por la producción.
Sí, hay soluciones a la deflación, pero no se hallan sólo en la cantidad de dinero y su precio, que son vehículo, sino fundamentalmente por: entre quiénes, cómo y porqué se distribuye. También en la velocidad y forma con que se implemente la hegemonía de los nuevos medios e infraestructuras que portan el nuevo modelo social.
Sí, se podría hacer más dinero e inyectarse en la economía, bien directamente, o bien asumiendo el sector público nuevas áreas de trabajo, con herramientas como TSG.
El problema o precipicio al que nos asomamos desde hace tiempo no es la inflación, sino la deflación. Y cuidado, hay que ir en pensando también en mecanismos correctores de posibles burbujas que surjan al socaire de la vertical cuando rebote el crecimiento económico. Pensad que tras las pandemias de 2018 y 2019 vinieron los locos años 20, y ello pese a que entonces no se arbitraron instrumentos económicos para proteger la economía como los actuales, que hacen presuponer en el mundo dominante una vertical supina y acelerada que rompa los gráficos. No olvidemos que después vendrían el Crack del 29 y la tensión internacional de los 30 que desembocó en Guerra Mundial. Eso sí, provocándose un cambio del paisaje (infraestructuras y medios de producción, comunicación, energía…) que darían lugar a un modelo social distinto inmerso o parte de los 30 dorados.
Sí, la humanidad es Historia, y herramientas que en un momento provocan inflación y calentamiento, en otro momento histórico no operan igual. Sí, las inyecciones de dinero pueden instrumentarse para acabar con Crisis que comienzan a trojes llenos, al redistribuir mejor los recursos y coadyuvar a seguir llenando los trojes en el tiempo.
Un cordial saludo
El dinero es medio y medida para la realización de los precios, es decir, los intercambios, pero también es mercancia. Por tanto desde el análisis ortodoxo, podríamos concluir que x dinero realiza x productos, y que la ley de oferta y demanda entre dinero (mercancia) y producto (mercancia) encarecería o abarataría alguno de los dos si rompieramos el equilibrio. Pero quién se atrevería a decir que una situación de Crisis es de equilibrio. Es más, dicha condicionalidad es operativa céteris paribus, pero seguiría siéndolo de introducirse otros elementos consustanciales a la oferta y demanda, a la relación o distribución consecuente. Pero sigamos el hilo de la argumentación ortodoxa relacionándolo con el comentario anterior: si x dinero realiza x producto, una distribución equitativa y eficiente de más dinero permitiría, en principio, el acceso al producto de quienes la percibieran. Ergo, un reparto de dinero podría arbitrarse para acceder a un bien. Pongamos un ejemplo gráfico, si en España hay demanda de vivienda y millones de viviendas vacias, una inyección de dinero no finalista podría permitir el acceso a la vivienda (pongamos como referencia algún instrumento tipo Ingreso Mínimo Vital). Lo que probablemente dinamizaría el sector de la construcción.
Pero como decía, debemos ser cautelosos sobre el próximo despegue económico (se que ahora es inimiganible, pero pensad en los años 20).
La inyección de dinero ha de ser con criterio productivo, social, feminista, ecológico y modernizador de país, para desembocar en mayor riqueza vinculada a una distribución equitativa que favoreza más relación e intercambio.
Por ello, se hace necesario introducir en la contabilidad del Estado, las empresas y ciudadan@s los costes ecológicos. Es necesario, más allá de las intervenciones directas de los Estados, que la sociedad en su conjunto incorpore los costes ecológicos de su actividad, para poder alumbrar una industria que use de los bastos conocimientos y medios para dar respuesta al mayor reto de la humanidad, el Clima, no olvidemos que el precio es fuente de información y también de conformación de mentalidades.
Bueno, que me voy por lo cerros, hoy fundamentalmente no afrontamos un problema de distribución y producción por descompensación entre oferta y demanda. Sino un problema de oferta y demanda por disrupción entre la distribución y/o intercambio y producción. Por eso, instrumentar más cantidad de dinero puede contribuir a recomponer con menos estress dicha contradicción. Y a su vez, puede servir para implementar aún más las infraestructuras y medios de producción que son portadores de nuevos modos y modelos de producción e intercambio.
Un cordial saludo.