CRÍTICA CONSTRUCTIVA PARA LA REFLEXIÓN.
LA HUMANIDAD es indisoluble de la producción y el intercambio, vivir es producir-consumir y relacionarse es intercambiar. El trabajo hoy es valorización del capital. Es decir, lo constituye todo acto de producción o intercambio inscrito en el circuito de valorización del Capital, entendiendo al mismo como todo engranaje de producción e intercambio económico.
Pero trabajo, producción, es sinónimo de valor intermediado por el intercambio económico, pero también social, político, cultural. Trabajo-valor-intercambio es la triada que expresa el cimiento de la organización productiva, y con ella de todas las que contienen relevancia social; por ello, toda evolución en una de sus formas (trabajo-valor-intercambio), implica cambio en las demás.
Luego la crisis del trabajo lo es de la valorización del capital, y el sistema buscará alternativas de producción que continúen alimentando su valorización, es decir el trabajo.
Si nos fijamos, la vida es mucho más trepidante que hace años, el modo de producción e intercambio, incluso nos deshumaniza abocándonos a integrar la crianza de nuestr@s cachorr@s en el Capital, sustituyendo al afecto y la identidad familiar por la institución, sea guardería de bebes o infantil.
Pero detengámonos en este fenómeno, si la productividad minora el valor-trabajo/producción, dicha dinámica abstracta, no convoca a la expulsión de trabajador@s. Sino todo lo contrario, anima a la incorporación de más trabajador@s, de más valor, ya que además se ve alentada por la competitividad (no olvidemos que el crecimiento de valor-trabajo, la valorización del Capital, es distinto al de bienes).
Es esta relación dialéctica y sistémica, la que ha llevado a incorporar al Capital, cada vez más, ingentes cantidades de personas, incorporando a las mujeres e incluso niñ@s. Las burbujas financieras no son nuevas, es un recurso sostenido del capitalismo cuando las tasas de ganancias son insuficientes para su valorización y crecimiento, un desposeimiento de D-D’ cambiando de bolsillo D, para alimentar sus fases de recomposición en la acumulación.
Pero históricamente las fases de mutación del capitalismo, su tecnificación ha provocado grandes sufrimientos y eclosiones sociales, mutando, evolucionando, hasta normalizarse en nuevas fases de crecimiento convencional.
La pregunta es ¿puede el capitalismo seguir valorizando, incorporando trabajo-capital? Con el tiempo probablemente el capitalismo pueda valorizar e incorporar tiempo de trabajo, bajo nuevas formas o productos. Hoy las sociedades dominantes y avanzadas del capitalismo son terciarias, es decir, su economía es de servicios, radicalmente diferentes a las anteriores.
¿Pero puede el capitalismo superar la robotización, la conexión del internet de las cosas sean mecánicas, inteligentes, naturales…, la inteligencia artificial que se derivará del procesador cuántico…, y todos los procesos multiplicadores entrecruzados de éstos?
Como vemos el capitalismo no es el reino de la necesidad frente al de la abundancia, en el primer mundo la opulencia es tal, que de su basura se alimentarían las hambrunas del mundo y sobraría.
Es decir, el capitalismo no responde a un problema de necesidad u opulencia, sino de organización social y económica basada en el trabajo-valor como medio de intercambio y organización, como todas las dominantes desde el Neolítico.
Plantearnos una sociedad que supere el trabajo-valor como medio de intercambio o relación, no es superar al capitalismo sino transitar el camino a una nueva Era.
La Sociedad del trabajo es sustancialmente aquella en que la organización del intercambio, la relación social en base al trabajo, es la piedra angular del dominio y su estructura, su cultura, instituciones…
Desde el Capital de Marx a la fecha, la productividad no se ha multiplicado sino elevado a exponentes increíbles, de forma que la producción/trabajo-valor ha crecido exponencialmente del lado de la producción en relación al valor-trabajo (a futuro próximo, la vertiginosidad de la productividad, llevaría a saturar la incorporación física de más trabajo).
¿Pero es ese el problema real del capitalismo? Ahora mismo, el salto exponencial de la relación productividad-producción-trabajo, muestra respecto a sus inicios e incluso cuando Marx escribió el Capital, que puede sobrevivir perfectamente y consolidarse (cosa distinta es que nos lleve o no a la extinción) entorno al trabajo-valor como elemento base que organiza la sociedad y su dominio. Pese a que para ello recurra a nuevas ideaciones semireligiosas, como la señalada por Moruno Deuda-Futuro; o valorizándose artificiosamente por privilegios, el neofeudalismo capitalista del que nos hablara Naredo. Luego es posible la consolidación del capitalismo, la continuación del Neolítico bajo nuevas formas, incluso aunque nos lleve a la extinción.
No sólo son necesarios los conocimientos y técnicas necesarias para dejar atrás el capitalismo, durante el feudalismo existían conocimientos técnicos más avanzados, que no se aplicaban por mor de los intereses institucionales del feudalismo.
Se necesitó de nuevas actividades económicas que surgieron en espacios (éstos, físicos) proclives, de destinatarios indeterminados y producción indeterminada, del descubrimiento económico y depredación de América (disparando los capitales financieros), de la necesidad que impulso a la atrasada Europa al esfuerzo. De la concatenación de estos acontecimientos en el tiempo y otros más, incluidas sus revoluciones. Para alumbrar y extender a nuevos agentes sociales (clase obrera y burguesa), el artesanado, la manufactura,… que exacerbaron las contradicciones del sistema feudal hasta alumbrar la sociedad burguesa, el capitalismo.
Pero es justo reiterar que toda innovación tecnológica, requiere de condiciones sociales, culturales e institucionales, para su desarrollo con implicaciones sociales generales. Prueba de ello, es la Eolípila que fue inventada en el siglo I por el ingeniero griego Herón de Alejandría, la primera máquina de vapor. Como decíamos del razonamiento de los conocimientos preexistentes al feudalismo e invisibilizados o inoperantes por la acción del sistema, no es ninguna excentricidad. La tecnología, el conocimiento, requieren para su aplicación de la concordancia y necesidad del sistema dominante, sus instituciones y dinámicas de reproducción, siendo anulados en caso contrario.
Cómo decís los ponentes, es posible colocar un dogal al monstruo que desatan los tiempo oscuros de lo por venir. Mientras, durante, para ello, tienen cabida propuestas de Renta Básica (que como reconoce Moruno puede tener derivas temibles), o la propuesta de TSG de Eduardo G, para frenar, amortiguar el dolor, la crueldad del momento de cambio, que ya decíamos puede llevarnos al fin. Siendo conscientes de que son propuestas para alimentar al sistema, que permitirían el creacionismo destructivo, en su caso, dentro de los parámetros del sistema o de otros, pero que darían tiempo y aliviarían sufrimiento.
Pero dejemos esbozada otra dimensión de la operación. ¿Qué convierte al trabajo-valor en centro del sistema, del intercambio, la relación? ¿Podríamos vivir sin el trabajo-valor como clave de nuestros intercambios y relación? ¿Qué se requeriría en el marco institucional, y en el de las infraestructuras y técnica, en los medios?
Cuenta la leyenda de Maquiavelo, el dicho de “el fin justifica los medios”, pero la realidad de su filosofía siempre fue “los medios posibilitan fines”.
CRÍTICA CONSTRUCTIVA PARA LA REFLEXIÓN.
LA HUMANIDAD es indisoluble de la producción y el intercambio, vivir es producir-consumir y relacionarse es intercambiar. El trabajo hoy es valorización del capital. Es decir, lo constituye todo acto de producción o intercambio inscrito en el circuito de valorización del Capital, entendiendo al mismo como todo engranaje de producción e intercambio económico.
Pero trabajo, producción, es sinónimo de valor intermediado por el intercambio económico, pero también social, político, cultural. Trabajo-valor-intercambio es la triada que expresa el cimiento de la organización productiva, y con ella de todas las que contienen relevancia social; por ello, toda evolución en una de sus formas (trabajo-valor-intercambio), implica cambio en las demás.
Luego la crisis del trabajo lo es de la valorización del capital, y el sistema buscará alternativas de producción que continúen alimentando su valorización, es decir el trabajo.
Si nos fijamos, la vida es mucho más trepidante que hace años, el modo de producción e intercambio, incluso nos deshumaniza abocándonos a integrar la crianza de nuestr@s cachorr@s en el Capital, sustituyendo al afecto y la identidad familiar por la institución, sea guardería de bebes o infantil.
Pero detengámonos en este fenómeno, si la productividad minora el valor-trabajo/producción, dicha dinámica abstracta, no convoca a la expulsión de trabajador@s. Sino todo lo contrario, anima a la incorporación de más trabajador@s, de más valor, ya que además se ve alentada por la competitividad (no olvidemos que el crecimiento de valor-trabajo, la valorización del Capital, es distinto al de bienes).
Es esta relación dialéctica y sistémica, la que ha llevado a incorporar al Capital, cada vez más, ingentes cantidades de personas, incorporando a las mujeres e incluso niñ@s. Las burbujas financieras no son nuevas, es un recurso sostenido del capitalismo cuando las tasas de ganancias son insuficientes para su valorización y crecimiento, un desposeimiento de D-D’ cambiando de bolsillo D, para alimentar sus fases de recomposición en la acumulación.
Pero históricamente las fases de mutación del capitalismo, su tecnificación ha provocado grandes sufrimientos y eclosiones sociales, mutando, evolucionando, hasta normalizarse en nuevas fases de crecimiento convencional.
La pregunta es ¿puede el capitalismo seguir valorizando, incorporando trabajo-capital? Con el tiempo probablemente el capitalismo pueda valorizar e incorporar tiempo de trabajo, bajo nuevas formas o productos. Hoy las sociedades dominantes y avanzadas del capitalismo son terciarias, es decir, su economía es de servicios, radicalmente diferentes a las anteriores.
¿Pero puede el capitalismo superar la robotización, la conexión del internet de las cosas sean mecánicas, inteligentes, naturales…, la inteligencia artificial que se derivará del procesador cuántico…, y todos los procesos multiplicadores entrecruzados de éstos?
Como vemos el capitalismo no es el reino de la necesidad frente al de la abundancia, en el primer mundo la opulencia es tal, que de su basura se alimentarían las hambrunas del mundo y sobraría.
Es decir, el capitalismo no responde a un problema de necesidad u opulencia, sino de organización social y económica basada en el trabajo-valor como medio de intercambio y organización, como todas las dominantes desde el Neolítico.
Plantearnos una sociedad que supere el trabajo-valor como medio de intercambio o relación, no es superar al capitalismo sino transitar el camino a una nueva Era.
La Sociedad del trabajo es sustancialmente aquella en que la organización del intercambio, la relación social en base al trabajo, es la piedra angular del dominio y su estructura, su cultura, instituciones…
Desde el Capital de Marx a la fecha, la productividad no se ha multiplicado sino elevado a exponentes increíbles, de forma que la producción/trabajo-valor ha crecido exponencialmente del lado de la producción en relación al valor-trabajo (a futuro próximo, la vertiginosidad de la productividad, llevaría a saturar la incorporación física de más trabajo).
¿Pero es ese el problema real del capitalismo? Ahora mismo, el salto exponencial de la relación productividad-producción-trabajo, muestra respecto a sus inicios e incluso cuando Marx escribió el Capital, que puede sobrevivir perfectamente y consolidarse (cosa distinta es que nos lleve o no a la extinción) entorno al trabajo-valor como elemento base que organiza la sociedad y su dominio. Pese a que para ello recurra a nuevas ideaciones semireligiosas, como la señalada por Moruno Deuda-Futuro; o valorizándose artificiosamente por privilegios, el neofeudalismo capitalista del que nos hablara Naredo. Luego es posible la consolidación del capitalismo, la continuación del Neolítico bajo nuevas formas, incluso aunque nos lleve a la extinción.
No sólo son necesarios los conocimientos y técnicas necesarias para dejar atrás el capitalismo, durante el feudalismo existían conocimientos técnicos más avanzados, que no se aplicaban por mor de los intereses institucionales del feudalismo.
Se necesitó de nuevas actividades económicas que surgieron en espacios (éstos, físicos) proclives, de destinatarios indeterminados y producción indeterminada, del descubrimiento económico y depredación de América (disparando los capitales financieros), de la necesidad que impulso a la atrasada Europa al esfuerzo. De la concatenación de estos acontecimientos en el tiempo y otros más, incluidas sus revoluciones. Para alumbrar y extender a nuevos agentes sociales (clase obrera y burguesa), el artesanado, la manufactura,… que exacerbaron las contradicciones del sistema feudal hasta alumbrar la sociedad burguesa, el capitalismo.
Pero es justo reiterar que toda innovación tecnológica, requiere de condiciones sociales, culturales e institucionales, para su desarrollo con implicaciones sociales generales. Prueba de ello, es la Eolípila que fue inventada en el siglo I por el ingeniero griego Herón de Alejandría, la primera máquina de vapor. Como decíamos del razonamiento de los conocimientos preexistentes al feudalismo e invisibilizados o inoperantes por la acción del sistema, no es ninguna excentricidad. La tecnología, el conocimiento, requieren para su aplicación de la concordancia y necesidad del sistema dominante, sus instituciones y dinámicas de reproducción, siendo anulados en caso contrario.
Cómo decís los ponentes, es posible colocar un dogal al monstruo que desatan los tiempo oscuros de lo por venir. Mientras, durante, para ello, tienen cabida propuestas de Renta Básica (que como reconoce Moruno puede tener derivas temibles), o la propuesta de TSG de Eduardo G, para frenar, amortiguar el dolor, la crueldad del momento de cambio, que ya decíamos puede llevarnos al fin. Siendo conscientes de que son propuestas para alimentar al sistema, que permitirían el creacionismo destructivo, en su caso, dentro de los parámetros del sistema o de otros, pero que darían tiempo y aliviarían sufrimiento.
Pero dejemos esbozada otra dimensión de la operación. ¿Qué convierte al trabajo-valor en centro del sistema, del intercambio, la relación? ¿Podríamos vivir sin el trabajo-valor como clave de nuestros intercambios y relación? ¿Qué se requeriría en el marco institucional, y en el de las infraestructuras y técnica, en los medios?
Cuenta la leyenda de Maquiavelo, el dicho de “el fin justifica los medios”, pero la realidad de su filosofía siempre fue “los medios posibilitan fines”.
Un cordial saludo.