Ésta es la tercera entrega de una serie de artículos en los que iré abordando poco a poco la relación entre la creación de dinero y la inflación, con el objetivo de rebatir muchos falsos mantras ampliamente extendidos y ofrecer explicaciones alternativas más serias que las que imperan en el imaginario colectivo. En el anterior artículo comenzamos a verificar la afirmación de que los precios dependen de la cantidad total del dinero debido a la ley de la oferta y la demanda, y para ello utilizamos un sencillo ejemplo con diamantes. Ahora continuamos la exploración para el caso del dinero utilizando esas mismas premisas.
2.2. El valor del dinero no se desprende directamente de la cantidad total del mismo
Las premisas que hemos utilizado en el ejemplo de los diamantes se cumplen perfectamente para el caso del dinero: éste cambia su volumen total constantemente, y esta información no llega a la gente en el mismo momento ni de la misma forma.
La cantidad total de dinero en una región determinada no deja de cambiar: cada vez que una entidad bancaria otorga un crédito el volumen total de dinero aumenta, y viceversa (cada vez que una persona o empresa devuelve un préstamo, el volumen total de dinero disminuye)[1]; cada vez que el Estado gasta por encima de lo que ingresa, el volumen total de dinero aumenta (y viceversa)[2]; cada vez que el banco central aumenta su balance, el volumen total de dinero aumenta (y viceversa)[3]; cada vez que a un país entra más dinero del que sale a través de distintas vías como las exportaciones o las remesas, el volumen total de dinero aumenta (y viceversa)[4]. Además, esto ocurre en lugares muy diferentes unos de otros, de forma que es completamente imposible saber cuánto dinero total hay en cada momento.
Animo al lector a que haga una prueba: ¿podría decirme cuánto dinero hay ahora mismo creado? ¿Y dentro de una hora? ¿A que no tiene ni idea? Entonces, ¿de dónde sale esa creencia tan extendida de que usted valora el dinero en función de la cantidad total que haya del mismo, y que por lo tanto valorará menos el dinero si éste se creara de la nada? Como si usted supiese que ahora mismo se está creando X cantidad de dinero en la otra parte del país. Inquietante.
Las autoridades monetarias suelen publicar periódicamente indicadores que tratan de cuantificar cuánto dinero hay en una región económica en concreto. Por ejemplo, el Banco Central Europeo publica agregados monetarios para la Zona Euro. Pero esto no es suficiente para que tengamos una información exacta y detallada de la cantidad de dinero que hay en circulación, fundamentalmente por tres motivos:
1) Aunque la cantidad de dinero cambia prácticamente cada instante, la publicación de los indicadores monetarios no lo hace al mismo ritmo, sino que se realiza de forma periódica, en ocasiones mensualmente, de forma que no es útil para saber en cada momento cuánto dinero hay.
2) La gente no se pone a mirar todo el rato el nivel del indicador publicado por la autoridad monetaria. En todo caso eso lo hacen los profesionales especializados en cuestiones monetarias y financieras, que evidentemente son sólo una pequeña minoría. Sería absurdo pensar que cuando una persona cualquiera va a realizar una transacción económica (vender una barra de pan, por ejemplo), primero ha mirado el indicador monetario para saber cuánto dinero hay en total y así darle al mismo su valor correspondiente. Esto suena absurdo pero es lo que subyace al fin y al cabo en esa creencia tan extendida de que el valor del dinero depende de su cuantía.
3) Los indicadores monetarios no son exactos. Esto es así porque hay dinero que escapa al control de las autoridades. Por ejemplo, cuando un vendedor amigo nos fía dinero en su tienda (permite que nos llevemos un producto o que utilicemos un servicio pero sin pagarlo todavía), lo que está haciendo esa persona es crear dinero en sentido general[5], y evidentemente de ello no se enteran las autoridades monetarias y por lo tanto ese aumento de dinero no acaba reflejado en el indicador monetario. Otro ejemplo: cuando una persona pierde una moneda al colarse por una alcantarilla, o cuando pierde un billete por combustión, por introducirlo en la lavadora, o por el motivo que sea, la cantidad de dinero se reduce pero las autoridades tampoco lo acaban reflejando en los agregados monetarios.
Es decir, es absolutamente imposible tener una información precisa y detallada de cuánto dinero hay en circulación en todo momento. En consecuencia, también es imposible que el valor que cada persona le otorgue al dinero dependa directamente de la cantidad del mismo. En otras palabras: el valor del dinero no se deduce estrictamente del volumen que exista del mismo (aunque ambas cosas estén relacionadas, como veremos más adelante). La gente no le pone precios a sus bienes y servicios en función de cuánto dinero haya en el mundo o en su región porque sencillamente no tienen idea de cuánto hay. Aquellos que dicen que la creación de dinero provoca inmediatamente y automáticamente pérdida de su valor están hablando de un mundo mágico y no del mundo real.
Es ridículo pensar que si en un pueblo de Zamora aumenta el volumen de dinero porque un banco le concede un préstamo ello vaya a disminuir el valor del dinero de una persona que resida en un pueblo de Almería. Ni siquiera le repercute en nada a otro vecino del mismo pueblo de Zamora. Lo mismo para el caso en el que el Banco Central Europeo creara directamente dinero para que el Estado financiase una ayuda económica a discapacitados, por ejemplo. La cantidad del dinero aumentaría y no por ello el valor del dinero menguaría. Es más que evidente. Por eso podemos concluir con rotundidad que “la creación de dinero no implica necesariamente que pierda valor”. Esto es totalmente irrefutable.
Ahora bien, quizás el lector esté pensando en que si el dinero se crea en poca cantidad es cierto que seguramente no perdería valor, pero que el asunto sería muy diferente si se crearan grandes cantidades de dinero. Muy bien, efectivamente no es lo mismo crear dinero para dárselo a una persona (como en el ejemplo del crédito) o a un colectivo (como en el ejemplo de los discapacitados) que crear dinero para dárselo a todo el mundo (por ejemplo, para financiar una renta básica universal). Enseguida iremos con ello. Pero que el lector se percate de lo siguiente: la afirmación consistente en “la cantidad de dinero es lo que explica el valor de éste” continúa siendo falsa. Consecuentemente también sigue siendo falsa la aseveración “la simple creación de dinero provoca una disminución de su valor”, porque si se crea poco dinero el efecto será nulo. Lo que importará, en todo caso, es cuánto dinero se crea, y no si se crea o se deja de crear.
Si se crea poco dinero, no pasará nada; si se crea mucho, seguramente sí. La pregunta lógica ahora sería: ¿a partir de qué nivel de creación de dinero éste comienza a perder valor? Pero para responder a esa pregunta necesitamos cambiar de hipótesis, de perspectiva y de modelo. El que hemos utilizado hasta ahora no nos sirve, porque está poniendo el centro de atención en algo que no lo debería recibir: la cantidad de dinero total existente. No es esto lo que determina el valor del dinero, sino otros elementos muy diferentes (aunque tengan relación indirecta con la cantidad de dinero). Esto es lo que veremos en el próximo artículo. Abandonaremos la lógica que hay detrás del ejemplo de la arena y los diamantes recogido en la introducción de este hilo de artículos y pasaremos a utilizar la lógica que subyace en el ejemplo del helicóptero, mucho más útil para comprender el fenómeno de la inflación.
[1] Para profundizar en ello: http://eduardogarzon.net/dinero-bancari/
[2] Para profundizar en ello: http://eduardogarzon.net/un-euro-de-deficit-publico-es-un-euro-que-incrementa-el-ahorro-privado/
[3] Para profundizar en ello: http://eduardogarzon.net/que-es-la-expansion-cuantitativa-o-quantitative-easing-y-sus-consecuencias/
[4] Para profundizar en ello: http://eduardogarzon.net/el-deficit-publico-es-necesario-para-que-las-familias-y-empresas-puedan-ahorrar/
[5] Es decir, dinero entendido como deuda, como pagaré, como el compromiso de compensar esa transacción de alguna forma en el futuro. Puede verse una explicación detallada de ello en el III.1 “Naturaleza del dinero” en el capítulo “Trabajo Garantizado para entidades locales y/o autonómicas” ubicado en el cuarto número de la revista “Pensar desde Abajo” y disponible aquí: http://eduardogarzon.net/trabajo-garantizado-aplicacion-en-entidades-locales-yo-autonomicas/
[…] En fin, toda esta larga exploración del asunto a través del ejemplo de los diamantes nos sirve para establecer una analogía con el dinero. Algo que cualquiera podría ir ya imaginando, pero que se explicará en el siguiente artículo. […]
[…] Saque de Esquina […]
Lo que recaude lo publico se tiene que dividir entre dos: 50% la renta basica universal y el otro 50% para crear bienes/servicios publicos. Si no hay bastante recaudacion para la RBU, se crea el dinero en la parte de la RBU.
Con eso a grandes rasgos tienes:
– Informacion de cuando hay que crearlo o no.
– Herramientas materiales para estabilizar la inflaccion y deflaccion del mercado privado.
– Cada persona tiene reconocido su derecho incondicional una vida digna dentro de la sociedad y a recibir como propio a partes iguales con los demas del dinero cuando este se cree.
– Que quien quiera pueda producir cosas sin animo de lucro.
– Se fomenta que cualquiera simplemente con el paso del tiempo pueda tener ahorros, con los que comprar cosas de mayor entidad al menos una vez, como una casa o montar un lugar de produccion de bienes/servicios o invertirlos en prestarselo a otros.
[…] el hecho de incrementarse la cantidad de dinero; algo que ya hemos refutado en los apartados 2.1 y 2.2. La respuesta está disponible en […]
Señor Eduardo, creo que cae de nuevo en el mismo error de los artículos anteriores sobre la inflación y la cantidad de dinero. El dinero no tiene valor en sí mismo. El dinero es capacidad de compra, es la esperanza del poseedor de que cuando vaya a la tienda pueda comprar un kg de pan a 1 euro (por ejemplo). Imagine que crea dinero suficiente para repartir 600 euros a cada una de las personas pobres pobres de este país ahora mismo. A partir de ese momento todas irán directamente a la tienda a comprar pan; las primeras que lleguen lo comprarán al precio normal, en poco tiempo las que lleguen simplemente no podrán comprar pan porque se habrá acabado y tendrán que ir a las tiendas de pan mas caras. Las últimas es posible que tengan que gastarse los 600 euros en un kilo de pan o esperar a que se produzcan mas panes que evidentemente serán mas caros.
Si entendés la ley de oferta y demanda. Vas a entender la inflación. Si aumenta el precio de un bien es porque se demanda más o hay menos oferta y por lo tanto otro bien se dejará de consumir. Cuando inyectas dinero el dinero va a generar mayor demanda en otros bienes y va depender de las expectativas de los que producen si es una demanda sostenible para producir mayor oferta para no producir inflación. Para que se emita y no genere inflación ese dinero emitido debe guardarse y no gastarse. Si se gasta adquiriendo un bien sea alimento dólar, etc. va generar información salvó que se produzcan más bienes. Entonces como en Argentina nadie guarda pesos y nadie produce más por qué se necesita inversión, se llega a la conclusión que emitir genera inflación. Para que allá inversiones tiene que haber menos impuestos, menos regulaciónes y no generar ni deuda ni deficit. Ley de oferta y demanda siempre.
La realidad es que debieramos pensar primero sobre que representa universalmente el dinero, qué puede medir cualquier producto o servicio particular.
Podemos hacernos una pregunta ¿en qué pensamos al valorar un precio? ¿cuál es la referencia universal con la que comparamos dicho precio particular? Evidentemente son nuestros ingresos, ¿y de qué dependen nuestros ingresos? Con carácter universal de nuestro trabajo, si el dinero es un representante universal del trabajo universal que se particulariza en cada producto o servicio.
La oferta y demanda como instrumento de análisis puede alumbrar en estadios convencionales que no cuentan con cambio de paradigma en producción e intercambio. Porque de la oferta y demanda se derivan consecuencias dependiendo de que en contexto se aplican, así en los países desarrollados o dominantes hemos vivido Expansiones Quantitativas y sin embargo no se ha provocado inflación, más aún todavía estamos en una posición que podríamos volver a contemplar la deflación. Si la oferta y demanda e inyección de dinero operaran tan fácilmente como explican algunos en sus comentarios, la inyección de dinero sería operativa ante una deflación, pero todos los expertos aseguran que en dicha situación no es utilidad.
La cuestión es que cuando estamos inmersos en un cambio paradigmático de producción e intercambio movido por un alto desarrollo de la productividad tecnológica, evidentemente la plusvalía baja aceleradamente. No olvidemos que el núcleo esencial del precio y su realización, «el dinero», son representantes universales del trabajo, de nuestro trabajo e ingresos con los que medimos el impacto real, de relación, en nuestra vidas.
Bien, llegados aquí, el aumento de la cuantía de dinero debería instrumentarse de forma que se incorporará a la circulación. Es decir, que efectivamente como dicen quienes establecen la relación entre oferta y demanda, este dinero sirviera para aumentar las transacciones de compras y ventas. Pero, ¿por qué no alcanzaría a ser un problema de calentamiento económico?, porque la situación general de cambio paradigmático en que se encuentran, viene precisamente provocada por la caida de costes fundada en productividad tecnológica, caida relativa del trabajo. Y ello, dado que los cambios en el intercambio suelen estar retrasados sobre los de la producción. La oferta y demanda son como el movimiento sinuoso de las olas, pero se desenvuelven sobre una orografía que determina su movimiento, y esta no es otra cosa que la producción; ya que oferta y demanda podrían ser interpretadas como formas o expresiones de intercambio.
Por eso la interpretación que realiza Eduardo Garzón es más ajustada que la simplicidad de la ley de oferta y demanda, máxime para situaciones como las actuales en las que abordamos un cambio de paradigma, al menos, en los países más desarrollados y dominantes, dado que hay muchas realidades, incluso quienes no cuentan con Estados propiamente dichos, más allá de que tengan una u otra fórmula.
La ley de oferta y demanda sirve como modelo explicativo para comprender parte de la realidad, o a determinadas realidades, pero no alcanza a explicar los fenómenos que abordamos al cambiar de paradigma. De ahí que las expansiones quantitativas no hayan provocado problemas de inflación.
Los silogismos ayudan a acercarse a la realidad pero no la aprehenden en su complejidad, y esto le ocurre a una ley general de oferta y demanda cuando choca con la historicidad.
Es decir, la producción dirán algunos viene siempre determinada por la demanda, abundando en que producción y oferta son lo mismo. Pero esta consideración de la producción afecta a la consideración de la misma respecto a su cantidad, pero no respecto de su diversficación y a su aumento o baja de la productividad por efecto de la tecnología.
Al respecto, debieramos considerar que el capitalismo supero la tendencia a la depauperación de las fuerzas del trabajo, por efecto de la productividad tecnológica (baja de los costes/salarios laborales) debido a la incorporación de industrias y productos exnovo.
Y reitero, la bajada de salarios/costes laborales por productividad tecnológica, provocaba caída de tasas de ganancias y salarios a la vez, pues no otra cosa que plusvalía, es decir, costes de transformar una materia o prestar un servicio, constituyen el valor que se incorpora al bien o servicio realizado en producto.
De ahí, que un cambio en las infraestructuras y medios de producción que aceleren la productividad tecnológica, generan un impacto en los precios que no responden a viejas fórmulas de a más dinero universal, más precio universal, respecto de una misma oferta, al incrementar la demanda. Pero claro, aquí estamos hablando de que el intercambio, mercado, oferta-demanda, ha sufrido una dislocación histérica por cambio de paradigma.
Pongamos un ejemplo de actualidad, el mundo bankia y caixabank se revoluciona por acción de la tecnología, y a una misma demanda (número de clientes) ya no se requiere de un tercio de su masa salarial (trabajadores), ni de las oficinas, y se aumentan otras sinergias eficientes desde la perspectiva financiera.
Bien, si el mundo universal tiene símil comportamiento al bankia/caixabank, el resultado es que se pierde un tercio de la masa salarial/costes laborales, más costes de inmuebles, más costes de eficiencia por nuevas sinergias financieras… Ergo, en principio debieran aumentar las ganancias por eliminación de costes laborales…, pero al tiempo por acción de la competencia, el precio del servicio debiera bajar al tiempo que los costes. Y la demanda difícilmente puede elevarse, dado que la renta de trabajo/demanda ha caido en un tercio de empleados despedidos.
Sólo creándose servicios e industrias exnovo, podría recuperarse y crecer el trabajo/demanda.
Pero ahora bien, la aceleración del conocimiento tecnológico ergo sus aplicaciones, aceleran también la perdida de trabajo, rentas y plusvalias/beneficios. De forma que un cambio de paradigma tecnológico en infraestructuras y medios de producción, a de abordarse con herramientas desde el Estado que corrijan la incapacidad autorreguladora de la ley de oferta y demanda. Dado que el período de destruccionismo creativo shumpeteriano puede prologarse en el tiempo, e incluso no recuperarse desde la perspectiva de valorización/trabajo y sea necesario arbitrar medidas como la RBU u otras como el TSG, que una contribuyan al reparto de la riqueza obtenida por productividad tecnológica y la otra contribuya a introducir nuevas industrias o actividades a valorizar económicamente, para crear otro punto de equilibrio entre trabajo/producto, su relación e intercambio, es decir encontrar otro consenso social sobre distribución de la riqueza o intercambio que responda a la nueva tipología de producción.
Y el dinero universal como realización del precio universal, es también una herramienta más a instrumentar para recuperar el equilibrio entre oferta y demanda, una relación que habla de intercambio y distribución para un sistema de producción.