Artículo publicado originalmente en el número 35 de La Marea
La inmensa mayoría de la gente cree que el progreso tecnológico destruye empleo. Esto es así porque es fácil percibir en determinados sectores económicos que la instalación de máquinas o robots supone automáticamente el despido de muchos trabajadores. Ya en el siglo XVIII los artesanos luditas comenzaron a destruir telares industriales por considerarlos culpables de su pérdida de trabajo. La revolución agrícola del siglo XIX también provocó la sustitución de miles de trabajadores por máquinas sembradoras fundamentalmente. En la actualidad comprobamos conmovidos cómo multitud de empleos fabriles han desaparecido debido a la progresiva mecanización y robotización de muchas instalaciones. Y la amenaza no ha terminado: los taxistas y otros conductores temen el desarrollo y generalización de los vehículos que se conducen solos, los cajeros de los supermercados rezan para que no sean sustituidos por máquinas, los guardias de seguridad están preocupados por los impresionantes avances en sistemas informáticos de vigilancia, etc.
Pero ésta es solo una cara de la moneda. Es la que se ve, la más evidente, la cara que está boca arriba; pero no podemos olvidarnos de la otra, aunque haya que esforzarse algo más para verla: la tecnología también permite que se creen nuevos puestos de trabajo.
Esto es fácil imaginarlo si comparamos la cantidad de empleos que hay en la actualidad con los que había en la época romana, por ejemplo. Informáticos, científicos, biólogos, pilotos, conductores, electricistas, astronautas, ambientalistas, brókeres, mecánicos, técnicos de telecomunicaciones, jugadores de videojuegos, etc., son profesiones que no existían en la antigüedad y que son fruto del avance tecnológico. Es evidente que en la actualidad hay muchísimos más tipos de empleos que décadas atrás.
Ahora bien, para ver si se han creado o no más puestos de trabajo lo importante no es tanto la cantidad de profesiones sino la cantidad total de trabajadores. No obstante, una fácil ojeada a los datos de la evolución de la población ya nos estaría dando alguna idea. Al fin y al cabo en nuestro planeta hay hoy 7 veces más habitantes que en el año 1800, y dos mil millones de personas más que hace tan sólo 25 años. En España la población actual casi triplica la de 1900, y tiene 10 millones de habitantes más que en 1980. Es decir, si la cantidad de personas en el mundo ha tenido un crecimiento exponencial y las tasas de empleo no han cambiado radicalmente, hemos de deducir que la creación de puestos de trabajo también ha seguido un crecimiento importante.
Pero dejémonos de suposiciones e intuiciones y vayamos a los datos. Para ello tenemos un interesante estudio de Deloitte que ha abordado la evolución del empleo desde 1871 hasta 2014 para el caso de Inglaterra y Gales. La conclusión del mismo es rotunda: la tecnología es una formidable máquina de creación de empleo.
Esto es así porque la destrucción de empleo originada por el avance tecnológico es compensado de sobra con la creación de otros puestos de trabajo. Concretamente, en 1992 había 24,7 millones de trabajadores en las dos regiones y en 2014 esta cifra era de 30,5 millones, de forma que el saldo había sido positivo a pesar de la mecanización y robotización de muchos procesos productivos. En el gráfico/cuadro se puede observar cómo las ocupaciones que más destrucción de empleo sufrieron son las de trabajadores del calzado y del cuero, tejedores, trabajadores del metal, mecanógrafos, secretarios, operarios, granjeros y mecánicos. En cambio, las que más creación de empleo disfrutaron son las de enfermería, profesores, educadores, consultores y analistas de negocios, informáticos, trabajadores sociales y domésticos, trabajadores del entretenimiento y de la cultura y trabajadores de las finanzas. Un simple vistazo permite ver que se creó mucho más empleo del que se destruyó.
Los trabajos que se pierden son evidentemente los más duros, repetitivos, peligrosos y aburridos, ya que son los más susceptibles de ser realizados por una máquina o robot. En cambio, los que se ganan son los más artísticos, los más creativos y los relacionados con los cuidados, la tecnología y el conocimiento. La explicación no sólo reside en que la tecnología abre nuevas posibilidades de trabajo, sino en que también incrementa la productividad y la renta de las personas, al mismo tiempo que reduce los costes de los productos. El resultado es que la capacidad adquisitiva de los consumidores aumenta y ello permite que se produzcan más compras de bienes y servicios (antiguos y nuevos). Por eso, entre otras cosas, buena parte de las nuevas ocupaciones están relacionadas con el ocio y los cuidados. De hecho, en el estudio se pone de manifiesto que mientras que en 1871 había una peluquería o barbería por cada 1.793 ciudadanos de Inglaterra y Gales; hoy hay una por cada 287 personas; y que el número de personas empleadas en los bares se cuadruplicó entre 1951 y 2011.
En definitiva: aunque el progreso tecnológico destruya puestos de trabajo en muchos sectores económicos, crea muchos más en otros sectores. El efecto resultante es muy positivo porque no sólo incrementa la cantidad de empleo neto, sino que nos libera a los humanos de los trabajos más duros y peligrosos al mismo tiempo que nos permite disfrutar de nuevas y mejores posibilidades de ocio, cuidados, cultura y conocimiento.
El progreso tecnológico crea más puestos de trabajo de los que destruye,
Eduardo, creo que quizá también deberíamos considerar la dimensión ecológica de este proceso. Quizá la tecnología no correlacione por sí sola con el aumento de puestos de trabajo. Quizá esto último obedece más al aumento de producción y consumo exponencial que precisa el capitalismo para evitar o paliar la crisis. Quiero decir que aumentan los puestos de trabajo, pero al coste de mantener una huella ecológica de 3-5 planetas Tierra. Es algo aterrador e insostenible. Quizá en un contexto no capitalista, donde el crecimiento del PIB no sea imperativo, constatemos que la tecnología, aunque crea nuevos puestos de trabajo, disminuye el trabajo de manera global. Y quizá entonces podamos ver que eso, lejos de ser una mala noticia, es una muy buena noticia, una noticia excelente. Porque así sería en un mundo donde podamos abordar la única solución sensata, que es el reparto del trabajo (de todos los trabajos), y dejar de poner parches que, aunque de momento parecen inevitables, en realidad sabemos que siguen alimentando al monstruo. Hacia ese mundo, en la medida de lo posible, deberíamos intentar avanzar, porque tarde o temprano no habrá otra opción y más dura será la caída. ¿Cómo lo ves?
Pues yo creo que hay algo que no se valora en esta tendencia que describes Eduardo: la polarización de los puestos de trabajo creados. La resultante es que aunque ahora haya más ingenieros, también hay muchos más camareros, y los primeros no cobran lo mismo que los segundos. Por un lado se quedan los que se pueden pagar la educación para llegar a ser ingenieros y por otro el resto, que realizará trabajos de baja cualificación y baja remuneración. Y no sólo eso, donde antes había 10 operarios (que se asociaban para exigir mejores condiciones laborales) ahora quedan un ingeniero y un vigilante de seguridad de la máquina (con nula conciencia obrera). Sí, dos tipos de empleos nuevos creados, pero a costa de revertir la lucha de clases, que, en mi opinión, es el objetivo fundamental de las máquinas.
[…] El progreso tecnológico crea más puestos de trabajo de los que destruye […]
Y en lugar de contar número de empleos, no deberiamos contar horas trabajadas? Porque aun que ahora haya más trabajadores que antes, si es a costa de precarizar los empleos contratando a los trabajadores por horas, estariamos haciendo trampa en los cálculos
Me parece muy curioso.
Me parece muy curioso que se mienta así, los estudios los hace el que los paga.
Miremos el mundo no la localización específica, los niveles de paro son mayores que nunca, no en España, lo son en EEUU, en China, los países productores de petroleo que durante años han financiado el empleo con las ventas de este material también han entrado en crisis (por lo que es de suponer que en poco tiempo veamos también como aumenta su paro).
No sé de donde sacan esos datos, Quizá el Reino Unido no esté en crisis, pero la creación de empleo desde luego no es mayor en el mundo, ergo la tecnología no tiene esa capacidad para absorber a los despedidos en otros sectores.
Lamentablemente este artículo únicamente describe la situación a un muy corto plazo. Me asusta ver que muy poca gente es consciente del avance real tecnológico.
La situación que se describe, corresponde a lo que ha sucedido en los últimos 15 años, pero, pese a quien pese, el desarrollo tecnológico crece a un ritmo exponencial.
Esto significa, aunque suene a ciencia ficción, que en unos 40 o 50 años, una máquina va a poder realizar prácticamente la totalidad de los trabajos de forma más rápida y eficiente.
Que le pregunten a JP Morgan o a McKinsey cuantas decisiones tomas, sin que les oriente su sistema.
Para muestra, haz una búsqueda en Google. Desde hace un año y medio, ya no te contesta un algoritmo, lo hace una red neuronal. O ayer mismo, que un ordenador ganó a uno de los mejores jugadores de Go del mundo, habiendo aprendido a jugar consigo mismo.
Esto será un problema dependiendo única y exclusivamente de como se afronte la situación. Si seguimos con unas políticas de empleo y remuneración como las actuales, la ruptura social puede llevarnos a estrellarnos. Con una repartición de 95-5 el sistema colapsará. O se toman medidas sociales o vamos mal.
Hay que empezar a tomar consciencia de que no somos tan especiales como pensábamos…
No sólo la expansion del «trabajo» es a costa de un consumo de recursos / destruccion del medio progresivos en cada uno de los periodos que se quieran comparar hasta hoy. En paralelo ha habido una mercantilización de las tareas comunes que tradicionalmente no contaban como trabajo por no figurar en la contabilidad de la «economia». Fatiga buscar ejemplos: cuidar nños, enfermos, ancianos, fregar, lavar, miles de millones de campesinos en regimen de subsistencia: nada de eso ha sido contabilizado nunca. Pero lo mas asombroso es que la afirmación de que el progreso tecnológico no destruye el trabajo suene a algo bueno. ¿Acaso el trabajo es bueno por sí mismo? Peor aún: ¿no podemos vivir sin Puestos de Trabajo, es decir, sin que algún magnánimo grupo de capitalistas «creen» con su admirable tesón, cada vez mas de esos puestos??. Aceptar ciertos términos y cierto lenguaje implica aceptar las reglas de su juego.
Discrepo, sobre todo porque el análisis contempla empleos netos, lo cual es quedarse en la superficie del asunto. Yo trabajo precisamente desarrollando sistemas electrónicos, y me preocupa seriamente la destrucción de empleos de baja cualificación que conlleva la introducción de más tecnología en la industria.Un informe de IBM: «Ciudades más inteligentes para un
desarrollo sostenible» plantea que en Europa, entre 2013 y 2020, se destruirán un 18,3% de los empleos de baja cualificación, al tiempo que se incrementarán en un 20,1% los empleos de alta cualificación. En términos de empleos netos, tu escrito encaja; pero desde la más sincera modestia y la realidad del sector tecnológico que vivo, te digo que son muy pocos quienes pueden ocupar estos puestos de alta cualificación. Y es que se necesita de una formación académico/profesional bastante rigurosa, un estudio constante y la resolución de problemas muy complejos. Objetivamente hablando, muchos no pueden y otros no quieren. Así que no habrá un trasvase de trabajadores de un bando a otro. Ni siquiera Europa o EEUU tienen suficientes recursos humanos para afrontar la necesidad de personal altamente cualificado. Esto es bastante evidente en Alemania, por ejemplo. Y esto plantea un problema mayor para los países menos desarrollados: la inevitable fuga de cerebros. Con lo cual la brecha entre el 1er y el 3er mundo será cada vez mayor. El informe de IBM también habla sobre la migración de los más cualificados hacia las ciudades con más y mejores servicios (>60% entre 2010 y 2020; >90% entre 2020 y 2030). Esto es un panorama desolador para el desarrollo de los países del Sur. El desarrollo y la introducción de las tecnologías debe hacerse mirando El hombre de Vitruvio, de da Vinci.
Las conclusiones están sesgadas, entran en el mismo saco (progreso tecnológico) cosas muy diferentes como conocimientos, hábitos culturales, ciencia etc. Además no se tiene en cuenta la cantidad de puestos de trabajo que habría con los actuales habitantes si no hubiese dicho progreso tecnológico, Es indudable que en cierta medida los avances científicos determinan mayores ocupaciones, por ejemplo en medicina pero también es evidente que las máquinas facilitan el trabajo, para eso se hacen,a costa de disminuir las horas de trabajo y como cada vez son más sofisticadas acabarán con todos los trabajadores de una planta de fabricación de coches por ej. Los beneficios deberían ser para todos puesto que las máquinas y la tecnología después de todo son una herencia de los avances de la humanidad pero resulta que se lo quedan unos pocos y los demás al paro. Así se acrecientan las diferencias entre ricos y pobres y llegamos al absurdo de la edad de jubilación a los 70 años.
[…] sus acólitos lo ha llevado a la hoguera aún. Fue alucinante. Eduardo intentó derrumbar en su blog uno de los Dogmas de Fe fundamentales del Socialismo y casi nadie se inmutó. ¿Debería […]
Eduardo disculpa pero aparte de todos los límites que han mencionado, tu comentario de que «la tecnología abre nuevas posibilidades de trabajo, sino en que también incrementa la productividad y la renta de las personas, al mismo tiempo que reduce los costes de los productos» implica un determinismo que hecha por la borda el balance de fuerzas, es decir, el análisis de clase. Bastante documentado ha quedado el aumento en productividad y estancamiento en salarios. Simplemente mayor productividad no se traduce necesariamente en mayores salarios. No entiendo la perspectiva tan acrítica y empiricista del escrito.
[…] sus acólitos lo ha llevado a la hoguera aún. Fue alucinante. Eduardo intentó derrumbar en su blog uno de los Dogmas de Fe fundamentales del Socialismo y casi nadie se inmutó. ¿Debería […]
Es evidente que con perspectiva temporal el capitalismo ha superado la LTDTG, a través de la diversificación de industrias, productos ex-novo y por ende de la multiplicación de oficios y mercados, todos ellos con valores económicos, mercantiles. Pero qué ocurre si la revolución tecnológica pese a portar nuevas ocupaciones, modifica a éstas hasta no encajar con el concepto trabajo, es decir, valoradas en términos económicos, y sus productos dejan de ser mercantiles.
Actualmente estamos ante la revolución del conocimiento y la comunicación, asistiendo a la nueva irrupción de energías renovables y limpias. Dichas tecnologías portan dos tendencias inherentes, el coste marginal cero de su reproducción y distribución, la maximización de la productividad.
Si consideramos que el valor añadido es la incorporación de conocimiento en el proceso productivo, comprenderemos la dimensión del fenómeno que comporta la actual matriz de comunicación-información y energía que supone el actual cambio de paradigma económico.
Por tanto, ésta tecnología en la actual fase del capitalismo, porta bienestar social, pero los nuevas ocupaciones y productos pueden perder la consideración económica, y abocar a una reconfiguración no ya del sistema, sino de la Civilización capitalista, lo que presenta una evolución que no está exenta de conflicto.
La resistencia a la tendencia inherente al coste marginal cero del conocimiento y la comunicación, y por ende de su valor añadido, es el acogotamiento de la economía actual. Por tanto, si hoy existe tanto paro es precisamente porque no hay avances tecnológicos que soporten nuevos empleos e industrias, así como crecimientos salariales sostenidos en la productividad. La deslocalización ha significado precisamente la renuncia a la productividad tecnológica, por la extensiva basada en bajos costes salariales y más insumos.
Tras la 2ª Guerra Mundial la productividad iba pareja ¬¬ aproximadamente a los incrementos salariales, hasta el meridiano entre los 60 y 70, ahí comenzó el neoliberalismo y la financiarización.
Estos tiempos son históricos, porque invalidan las estadísticas históricas, incapaces por sí solas de explicarnos el atolladero en que estamos inmersos. El libro de Paul Mason “el postcapitalismo”, pese a no compartirlo en muchas cuestiones, alumbra bastante bien la perspectiva histórica a la que nos enfrentamos.
Un cordial saludo.
Algo no me cuadra en este análisis. No se de que paises estemos hablando, pero la producción con salarios de hambre se ha mudado a China, la India, Bangladesh, etc… no han mejorado sus condiciones, solo han caído en esclavitud solapada. La tecnología es solo una arista de la problemática general. Sin embargo no están lejos de la tendencia a minimizar personal, y ya hemos visto despidos masivos de empresas tecnológicas por reestructuración, eficiencia y avances en la ciencia. Hablemos de la arquitectura o la sociología, la historia o el arte, que ya no son prácticamente necesario en nuestro mundo actual. Pero por si fuera poco, van tirando por la borda a gente porque existe una sobre oferta de calificados o titulados. Terminan trabajando en cuestiones de mucho menor ingreso y fuera de sus conocimientos y gusto. Yo he visto en mi país una realidad en la cual aumenta la desigualdad, el empleo está estancado y baja solo a medida que la gente se emplea con ingresos inferiores. Recientemente grandes empresas tecnológicas despidieron a miles en un día, así como bancos y empresas de turismo… Algo no está cuadrando con los numeros positivos que se quedan muy cortos y no revelan la variedad de funciones que se están perdiendo. Y el problema no es la tecnología en sí, es la centralización del beneficio en unos pocos. ¿Porque la revolución industrial no trajo la esperada época dorada del hombre dedicado al ocio mientras las maquinas trabajaban como solían decir políticos y empresarios de sus tiempos? Porque el beneficio estaba privatizado, la inventiva también, y los que tenían el dinero invertían en tecnología y mentes brillantes para acaparar los beneficios y nunca llegó tal edad dorada. La gente calló en un sistema esclavista cada década menos remunerado, y el futuro que se augura es peor de lo que pretenden decir. Quizá la prueba más condenatoria, según Brynjolfsson, es un gráfico que solo podría encantar a un economista. En economía, la productividad -el valor económico creado por una unidad dada de producción, por ejemplo una hora de mano de obra- es un indicador clave del crecimiento y la creación de riqueza. Es una medida del progreso. En el gráfico que le gusta mostrar a Brynjolfsson, hay dos líneas que representan la productividad y empleo respectivamente en Estados Unidos. Los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, las dos líneas iban en paralelo, el aumento de puestos de trabajo correspondía a aumentos en la productividad. El patrón queda claro: según las empresas generaban más valor gracias a sus trabajadores, todo el país se hacía más rico, lo que impulsaba una mayor actividad económica y creaba aún más puestos de trabajo. Pero a partir del año 2000, estas dos líneas empiezan a divergir; la productividad sigue creciendo con fuerza, pero el empleo decrece de repente. Para el año 2011 ya existe una brecha significativa entre ambas líneas, se observa un crecimiento económico sin que haya un aumento paralelo en la creación de puestos de trabajo. Brynjolfsson y McAfee lo denominan el «gran divorcio». Y Brynjolfsson está convencido de que la tecnología está detrás tanto del saludable aumento de la productividad como del débil aumento de los puestos de trabajo. La realidad es otra, y lo que políticamente se manipula para hacernos ver un futuro utópico, la realidad es que estamos llegando al cenit de la economía y la producción. Les dejo este estudio que manifiesta lo contrario: https://www.technologyreview.es/negocios/43368/de-como-la-tecnologia-esta-destruyendo-el-empleo/
Vale la pena ver las dos caras de la moneda, pero la percepción de la gente, aunque puede no ser fiable del todo, dista mucho de ese positivismo político.