Artículo publicado originalmente en La Marea el 23 de marzo de 2019
Aunque ya muchos no se acuerden, España tuvo muchas y potentes empresas públicas que eran utilizadas para lograr determinados objetivos de política económica (facilitar el crédito, proveer distintos bienes y servicios, redistribuir la renta, etc.) al mismo tiempo que contribuían a incrementar los ingresos del sector público, pues buena parte de ellas registraban importantes beneficios.
Durante prácticamente todo el tiempo que va desde el siglo XIX hasta los primeros años de democracia tras la dictadura, la tendencia política por parte de los distintos gobiernos fue la de mantener y fortalecer el cuerpo empresarial público, convencidos de que era condición indispensable para poder alcanzar sus objetivos de política económica así como para asegurar la solidez y poder del Estado. Sin embargo, la incorporación de nuestro país a la Comunidad Europea supuso un importante punto de inflexión en la citada trayectoria. Los principios neoliberales que ya impregnaban fuertemente las instituciones europeas se basaban en la liberalización de prácticamente todos los sectores económicos así como en la reducción del tamaño del sector público en favor del privado. En consecuencia, la integración comunitaria vino de la mano de la liberalización económica y privatización progresiva de las empresas públicas españolas.

Este cambio de tendencia se acentuó notablemente en 1992 con el Tratado de Maastricht, ese documento que sentaba las bases para la introducción de la moneda única. Puesto que uno de los requisitos para poder formar parte de la Unión monetaria era tener un déficit público inferior al 3% del PIB, el gobierno de Felipe González encontró la excusa perfecta para vender algunas joyas de la corona, ya que los ingresos obtenidos servían para reducir el déficit. Entre 1988 y 1996 se vendieron participaciones importantes de grandes empresas públicas, entre las que destacaron Endesa, Repsol, Argentaria (parte de BBVA hoy día), Ence y Telefónica, y que llenaron las arcas con más de 16.809 millones de euros (constantes de 2015).
En 1996 llegó el Partido Popular al gobierno y, lejos de atenuarse, esta tendencia se intensificó. El ejecutivo de Aznar diseñó un programa de privatizaciones y estas se dispararon. Se vendieron total o parcialmente 76 empresas públicas que conllevaron la recaudación de 53.908 millones de euros (constantes de 2015). Las empresas afectadas, además de las ya mencionadas, fueron Gas Natural, Aldeasa, Aceralia (actualmente parte de Arcelor-Mittal), Tabacalera (parte de Imperial Tobacco), Indra, Red Eléctrica, Iberia y AENA.
El Estado pasó de tener 130 empresas públicas estatales participadas mayoritariamente y de forma directa en 1985 a solo 16 en la actualidad. Y de 800 empresas en 1985 con participación indirecta o minoritaria a tener solo 100. La participación del Estado en el mercado bursátil pasó de ser el 16,64% en 1992 a representar solamente el 0,34% en 1999. En la actualidad este peso ha aumentado ligeramente hasta el 1,89% debido exclusivamente a que AENA (de la cual el Estado es propietario en un 51%) comenzó recientemente a cotizar en bolsa, pero no porque el Estado haya aumentado su participación en el sector empresarial.
Estamos hablando de una dilapidación astronómica de patrimonio públicoque, aunque a corto plazo generó mucha recaudación, a medio y largo plazo dejó al Estado sin posibilidad de obtener nuevos ingresos (pues las empresas que se vendieron fueron, lógicamente, las más rentables) y también sin herramientas para poder llevar a cabo su política económica.
Esto último es importante porque las empresas públicas vendidas operaban en sectores profundamente estratégicos en términos económicos, políticos, productivos, financieros, medioambientales y de movilidad: el 42% de las empresas vendidas pertenecían al sector energético, el 17% a transportes, el 16% a telecomunicaciones, el 13% a industria y el 8% al sector financiero. Evidentemente, cualquier intento del Estado por influir en dichos sectores estratégicos se encuentra hoy día mucho más limitado que entonces.
Pero aunque la Unión Europea haya estimulado y facilitado las privatizaciones, es importante entender que los gobiernos españoles fueron mucho más allá que el resto de países. De hecho, y tal como se puede ver en el gráfico, España es el país de toda la Unión Europea que menos empresas públicas tiene (medido en valor de mercado), y con diferencia. España, desgraciadamente, fue el mejor alumno del neoliberalismo, y hoy sufrimos sus consecuencias: menos obtención de ingresos públicos y menos control sobre sectores estratégicos.
La privatización de las empresas públicas españolas,
Lo que describe Eduardo en su articulo es lo que antes llamábamos
«una merienda de negros» no sin cierto rintintin racista.
Tampoco extraña mucho que Felipe Gonzales terminara cobrando un
sueldo de consejero en ENDESA, según tengo entendido pero no
contrastado.
Lo que parece deducirse del articulo de Eduardo es que el limite de
déficit del 3%, impuesto por Bruselas, no es la causa de las
privatizaciones por lo que aprovecho ese dato para preguntar:
…» ¿Que justificación da la TMM para que un país con soberanía
monetaria tenga que tener déficit presupuestario?»…
Entiendo que un país pobre o atrasado pueda tener déficit porque
necesite recuperar el tiempo perdido, pero no entiendo como Alemania,
EEUU, Japón, Francia o incluso España tienen que tener déficit
presupuestarios.
¿Según la TMM cual es la razón? …( no me vale la respuesta: como el
dinero solo es un «clic» con el ratón de un ordenador…¿por qué no darle
al ratón?)
Mi pregunta lleva segundas intenciones y me gustaría sincerarme con Eduardo.
En un articulo de Eduardo del 2011 puede leerse el siguiente titulo:
¿Por qué no se reduce el déficit aumentando los ingresos públicos?
(http://eduardogarzon.net/extracto-de-la-intervencion-de-alberto-garzon-frente-al-engano-del-que-estamos-siendo-victimas-tenemos-que-dotar-de-herramientas-a-la-gente-para-comprender-lo-que-esta-pasando/)
y me surge la duda de por qué ha cambiado de opinión y piensa ahora que mejor que aumentar los impuestos es hacer «clic» con el ratón del ordenador.
Vuelvo hacer la pregunta porque creo que todo el mundo debe de saber que respuesta da la TMM:
…” ¿Que justificación da la TMM para que un país con soberanía
monetaria tenga que tener déficit presupuestario?”…
Mi pregunta lleva segundas intenciones y me gustaría sincerarme con
Eduardo.
En un articulo de Eduardo del 2011 puede leerse el siguiente titulo:
¿Por qué no se reduce el déficit aumentando los ingresos públicos?
(http://eduardogarzon.net/extracto-de-la-intervencion-de-alberto-garzon-frente-al-engano-del-que-estamos-siendo-victimas-tenemos-que-dotar-de-herramientas-a-la-gente-para-comprender-lo-que-esta-pasando/)
y me surge la duda de por qué ha cambiado de opinión y piensa ahora
que mejor que aumentar los impuestos es hacer “clic” con el ratón del
ordenador.
Vuelvo hacer la pregunta porque creo que todo el mundo debe de saber
que respuesta da la TMM:
…” ¿Que justificación da la TMM para que un país con soberanía
monetaria tenga que tener déficit presupuestario?”…
…(así se lee mejor)…
Algunos apuntes sobre la TMM:
1) La teoría de los balances sectoriales de Wynne es una ecuación
contable que se supone cierta independientemente de cuando o donde
la apliques. Es como la ecuación de conservación de la energía en
física. No es patrimonio de la TMM y cualquier Teoría Económica puede
utilízala sin perder su personalidad.
2) Lo que si es patrimonio de la TMM es la idea de que el valor del
dinero en las economías modernas procede de la recaudación de
impuestos. Aunque cuando hay que recaudar para pagar algún
servicio, se olvida de ello y razona que como el dinero son simples «clic
de ratón» en un ordenador para qué se va a molestar en recaudar.
3) La afirmación de que el EURO no es viable es algo que atrae mucho
a los economista de izquierda, pero Randall Wray no explica nunca
porque no defiende la idea de que California emita su propia moneda y
adquiera soberanía monetaria independiente de los EEUU.
El problema de la TMM es que no aporta nada nuevo, excepto la
ecuación contable de los balances sectoriales, y puede hacer mucho
daño al no tener ni idea de cuando puede o no puede aparecer la
inflación.
…(lo que si afirma de manera tajante la TMM es que la única manera de detener la inflación es aumentando la recaudación de impuestos y
teniendo superávit. Entonces si se acuerda del origen del valor del
dinero. ¿Quien pagara los servicios sociales si eso llega a ocurrir?)…
(Sí que existe una conspiración contra vosotros, los economistas de izquierdas. Adiós)