Artículo publicado originalmente en El Salto el 22 de marzo de 2019
Hace unos días el economista marxista Michael Roberts, aprovechando que en Estados Unidos últimamente se está hablando mucho de Teoría Monetaria Moderna (MMT por sus siglas en inglés), escribió un artículo crítico con dicho enfoque que fue traducido al castellano y publicado aquí.
Concretamente, se centró en el modelo macroeconómico utilizado por los defensores de la MMT, cuestionando de raíz algunos de los planteamientos que dan base al mismo. Escribo este artículo para responder a dicha crítica: por un lado explico por qué considero que uno de los planteamientos teóricos de la MMT cuestionados (la relación de causalidad establecida entre beneficios e inversión) es más realista que el que utiliza la visión marxista para el mismo asunto, y por otro lado corrijo lo que sin duda es una malinterpretación de la MMT por parte del autor (concretamente, sobre la forma de financiar el déficit público).
Roberts comienza recuperando una cita de James Tobin para señalar que las identidades contables son muy útiles pero peligrosas al no decir nada de la causalidad que hay entre sus variables. Así es: saber con certeza que la inversión, por ejemplo, es igual a los beneficios no es suficiente para identificar si la primera provoca los segundos o si es al revés. Esto es algo ampliamente reconocido por los propulsores de la MMT, acostumbrados a usar las identidades contables de Wynne Godley y Francis Cripps (1974), quienes siempre alertaron de que la causalidad era algo que no venía incorporado en dichas identidades. Por eso los defensores de la MMT desarrollaron un marco teórico que da sentido causal a dichas identidades. Randall Wray (2015) explica en su manual de MMT de forma bastante precisa por qué la causalidad va desde el gasto a los ingresos, desde la inversión a los beneficios, y desde el déficit al superávit.
Recuperemos dicha explicación partiendo de la identidad contable:
Gastos = Ingresos
Toda compraventa envuelve necesariamente a dos partes: la vendedora y la compradora. La compradora gasta y la vendedora ingresa. El gasto del comprador es siempre necesariamente igual al ingreso del vendedor; no puede ser de otra forma. Si yo le compro al frutero una manzana por valor de 1 euro, yo estaré gastando 1 euro y el frutero estará ingresando 1 euro. Lo que una parte gasta lo ingresa la otra, porque el dinero no desaparece ni su cantidad se altera en la transacción. No hay otra posibilidad. Hasta aquí la presentación de la identidad, sin ningún comentario sobre la causalidad, que viene ahora.
Aunque se necesiten dos partes para llevar a cabo una transacción, alguna de las dos la debe iniciar y permitir que tenga lugar la compraventa. Y esa parte es siempre la que gasta, y no la que ingresa. La que ingresa no puede lograr por su cuenta ganar dinero con una venta porque necesita que alguien comience el proceso. En cambio, la parte que gasta sí puede decidir por su cuenta si va a gastar dinero o no con la compra, porque incluso aunque no tenga suficiente dinero puede endeudarse (o crear dinero, que es un tipo de deuda) y luego comprar el producto.
Y el endeudamiento, aunque en puridad se produce con respecto a otro agente económico que debe aceptar ese compromiso, normalmente será posible porque supondrá un ingreso futuro para ese acreedor, un negocio, y sólo en casos excepcionales (cuando el deudor no goza de credibilidad para cumplir su palabra) el endeudamiento no tendrá lugar. Por lo tanto, si el comprador no quiere gastar, no lo hará; y si quiere gastar, lo hará (salvo en la excepción mencionada). Es decir, el comprador puede normalmente elegir por su cuenta si va a gastar o no. Sin embargo, con el vendedor no ocurre lo mismo: si el vendedor no quiere ingresar dinero, no lo hará; pero si quiere ingresar dinero necesitará a un comprador que desee gastar. El vendedor no puede decidir por su cuenta si va a ingresar dinero o no. En otras palabras, el que gasta es quien tiene la llave de la compraventa.
Este razonamiento se puede extrapolar al caso de los beneficios y la inversión, y al caso de los saldos. Si suponemos dos agentes económicos, el superávit de uno de ellos es igual al déficit del otro. Nadie puede ahorrar si no hay al otro lado alguien que “desahorre”. En cambio, para “desahorrar” no hace falta que haya alguien queriendo ahorrar, basta –en el peor de los casos– con endeudarse o crear dinero, lo cual es siempre posible en condiciones normales. En consecuencia, el que “desahorra” es quien tiene la llave del saldo. Pues bien, cuando aplicamos la identidad de los saldos a los sectores público y privado, descubrimos que el sector privado no puede “desahorrar” indefinidamente porque utiliza una moneda que no crea (y su utilizara la que crea, no tendría forma de imponer su utilización); en cambio, el sector público sí puede hacerlo porque emite la moneda que utiliza y además impone por la fuerza su uso. Esto es lo que nos viene a decir la MMT: los déficits producen los superávits, pero —como bien nos mostró Himan Minsky (1986)— los primeros no pueden ser eternos en el caso del sector privado; sin embargo, sí pueden serlo en el caso del sector público, que no sólo emite la moneda que se utiliza generalmente sino que además tiene la autoridad para lograr que se utilice (a través, fundamentalmente, de los impuestos). De ahí que el “motor” de la actividad económica sea el déficit público, no el privado.
¿Por qué Michael Roberts entiende la causalidad a la inversa? Porque utiliza un concepto de dinero-mercancía (como la mayoría de marxistas) en vez de un enfoque de dinero-deuda. Él cree que el dinero no puede aparecer antes de la producción, sino que de alguna forma representa la cantidad de bienes y servicios que se han creado (concretamente, gracias a la fuerza de trabajo). Acorde a esta visión, nadie podría estar utilizando dinero a no ser que se hubiera originado antes gracias a un proceso productivo. En consecuencia, la llave de la actividad económica recaería en la oferta, no en la demanda. En este párrafo lo explica claramente:
La visión marxista es que la “demanda efectiva” (incluyendo los déficits públicos) no puede preceder a la producción. Siempre hay demanda en la sociedad para las necesidades humanas. Pero sólo puede ser satisfecha cuando los seres humanos trabajan para producir cosas y servicios a partir de la naturaleza. La producción precede a la demanda en ese sentido y el tiempo trabajado determina el valor de esa producción. Los beneficios son el resultado de la explotación del trabajo y esos beneficios son invertidos o consumidos por los capitalistas. Por lo tanto, la demanda sólo es ‘efectiva’ gracias a los ingresos que se han creado, y no viceversa.
Pero basta concebir el dinero como una deuda y no como una mercancía para darse cuenta de que lo anterior no es cierto. El dinero es un compromiso de pago futuro y, como tal, puede crearse “de la nada”; no hay que esperar a que alguien produzca algo para que se origine ese dinero. Si te endeudas—y la contraparte confía en que cumplirás tu palabra—, podrás adquirir bienes y servicios sin necesidad de haber obtenido ingresos anteriormente. Los productores fabrican cosas cuando ven que las pueden vender, y para venderlas no hace falta que el comprador haya obtenido dinero en el pasado. La demanda efectiva, por tanto, no nace de la oferta, sino que nace de la nada y es la oferta la que trata de adaptarse a ella. La demanda efectiva no está limitada por ninguna cantidad de dinero, porque éste puede ser ilimitado (porque es una deuda, no una mercancía).
Escribe Roberts al final de su artículo:
La pregunta más importante, sin embargo, es ¿qué impulsa una economía capitalista? Es la rentabilidad de la inversión capitalista lo que impulsa el crecimiento y el empleo, no el tamaño del déficit público.
Yo podría suscribir esa frase. La acumulación capitalista requiere de inversión privada; si los capitalistas no invierten es imposible hablar de crecimiento económico capitalista. Podríamos hablar de otro tipo de crecimiento, pero desde luego no de uno capitalista. Pero es que todo eso no se puede lograr sin déficits públicos, que es la única fuente sostenible de dinero que tiene una economía. Si la gente no tuviera en sus manos el dinero que crea el Estado (a través de los déficits públicos), ¿con qué iba a comprar los productos que venden los capitalistas? Alguien podría contestar a esto que lo podría hacer con dinero privado, bancario por ejemplo.
Pero sólo un poco más arriba he expuesto la explicación de por qué el déficit de cualquier agente económico privado no es sostenible: no goza de la autoridad de obligar a la gente a usar el dinero que emite. Crear dinero es endeudarse, y el sector privado no puede endeudarse ilimitadamente porque en algún momento la gente se daría cuenta de que alguien está prometiendo un pago futuro que nunca llega, de forma que en algún momento dejaría de utilizar ese dinero por miedo y desconfianza. Esta constatación no es otra cosa que la teoría del crédito de Mitchell Innes (1913). En cambio, el sector público sí puede endeudarse ilimitadamente porque impone por la fuerza (con los impuestos) la utilización de su dinero. Ningún agente económico privado tiene el poder que tiene el sector público para forzar la utilización de su dinero. Esta es la teoría chartalista de Georg Friedrich Knapp (1924).
Por último, un breve apunte sobre lo que es una malinterpretación por parte de Roberts. En su artículo se puede leer lo siguiente:
El endeudamiento podría hacerse mediante la emisión de bonos del gobierno (ortodoxia keynesiana) o mediante la ‘impresión de dinero’, es decir con el aumento de las reservas de efectivo en los bancos (MMT). La emisión de bonos pueden reducir la inversión privada para impulsar la inversión del Gobierno, pero el crédito creado estimularía la inversión total. La impresión del dinero (MMT) elevaría la inversión sin reducir la inversión privada (¡magia!).
Dejando al margen la falta de rigor e imprecisión (porque espero que no sea mala intención) al utilizar la palabra “imprimir” para hablar de creación de dinero cuando incluso los propios banqueros centrales reconocen que el dinero se crea en su inmensa mayoría a través de tecleos informáticos, es completamente falso que la MMT haga algún tipo de distinción entre financiar el déficit público con bonos o con nuevo dinero, y mucho menos que distinga los efectos de dichas formas de financiación sobre la inversión privada.
El enfoque de la MMT en este sentido es, por cierto, idéntico al de los adscritos a la visión del circuito monetario, con Augusto Graziani (1990) a la cabeza, que ya hace bastante tiempo pusieron encima de la mesa una comprensión absolutamente diferente sobre la financiación del déficit público (entre otras cosas). Para empezar, el déficit público no se financia; es más: no se puede financiar. Este registro no es más que el resultado entre a) la cantidad de dinero que inyecta el Estado en la economía a través del gasto, y b) la cantidad de dinero que retira de la economía a través de los impuestos. Para gastar no necesita disponer antes de nada, sino que le basta con acreditar las cuentas bancarias de los receptores de ese gasto. Para ingresar, lo único que tiene que hacer es debitar las cuentas bancarias de los contribuyentes. Como lo que el Estado debita es dinero que inyectó antes a través del gasto, el déficit público no es más que la cantidad de dinero que el Estado no retira de la economía a través de impuestos, ergo no tiene ningún tipo de sentido hablar de financiación del gasto. ¿Cómo se puede financiar algo que se contabiliza después de realizar el gasto?
¿A qué viene entonces eso de emitir bonos de deuda pública? Pues a que de alguna forma hay que evitar que los tipos de interés se hundan. Cada nuevo euro de déficit público es un nuevo euro de reservas bancarias. Los bancos las intentan colocar en inversiones financieras para darle rentabilidad, pero cuando tienen muchas no les queda más remedio que acordar tipos de interés más reducidos (cuando hay muchos vendedores la única forma de vender es bajando el precio). Es por la simple ley de la oferta y la demanda que el déficit público tiende a empujar a la baja los tipos de interés. Para evitar que eso ocurra, los Estados y sus bancos centrales pueden ofrecer más rentabilidad a las reservas bancarias (de esta forma, los bancos no intentarán deshacerse de ellas a un tipo de interés bajo) o pueden ofrecerle a los bancos un activo financiero en el que colocar las reservas bancarias a una rentabilidad decente. Ese activo financiero es la deuda pública. Los Estados con soberanía monetaria no necesitan vender bonos públicos para gastar; lo hacen para retirar reservas bancarias de la circulación y lograr así que los bancos no las intenten colocar a toda costa, con el hundimiento en el tipo de interés que eso conllevaría. La deuda pública es una herramienta para controlar los tipos de interés, no para financiar el gasto.
Por eso el impacto sobre la inversión —o sobre cualquier otra variable económica— es independiente de si el Estado emite bonos de deuda pública o si eleva la rentabilidad de las reservas bancarias. Por cierto, que si el Estado y su banco central no realizaran estos movimientos, los tipos de interés caerían, haciendo la inversión privada más barata. Por lo tanto, los déficits públicos en este caso no perjudicarían la inversión privada, sino que en todo caso la facilitarían. Roberts parece que sigue anclado en la concepción ortodoxa y errónea del impacto del déficit público sobre la inversión privada. El único caso en el que el déficit público podría perjudicar a la inversión privada –y esto es independiente de la forma de “financiar” el déficit público– sería cuando el sector público ha comprado tantas cosas en el mercado que ya no queda nada para los empresarios privados. Esto, que sería posible, podría ser incluso positivo si la inversión pública se realizara acorde a criterios sociales y ecológicos, ya que estaría desplazando una inversión privada que siempre está sujeta a la rentabilidad privada y sólo tangencial y ocasionalmente a los criterios mencionados.
Réplica a Michael Roberts sobre el modelo macro de la Teoría Monetaria Moderna,
La verdad, es difícil decidir quien se equivoca mas, si Roberts o
Eduardo:
1) Es cierto que la mayoría de los marxistas piensan todavía que el
dinero es una mercancía y que como tal contiene el mismo «Valor-
Trabajo» que la mercancía por la que se cambia. Pero no tengo claro
que Roberts piense así. Si el dinero no contuviese ningún «valor-
trabajo», en nada cambiaría la validez de la Teoría Económica de Marx.
2) Aceptando las necesarias simplificaciones, la ecuación contable:
Gastos = Ingresos o Inversión= Ahorro
es una pescadilla que se muerde la cola. No solo no tiene linea causal,
sino que no puede tenerla.
Para que pueda existir una compra-venta necesitas las dos cosas, el
dinero y la mercancía. Esto no ofrece discusión. Ponerse a discurrir si
fue el león el que cazo la gacela o si fue la gacela la que se dejo cazar
por el león no da para una Tesis Doctoral porque lo que se discute aquí
es si puede existir «caza» estando solo el león o estando sola la galeza.
3) ¿Que impulsa la economía capitalista?
Siempre, el beneficio empresarial o capitalista. Esto, aunque también
esta fuera de discusión, no quiere decir que la Teoría Económica de
Marx sea cierta y no una soberana estupidez.
4) Esta frase de Eduardo es muy «tonta»:
«Crear dinero es endeudarse, y el sector privado no puede endeudarse
ilimitadamente porque en algún momento la gente se daría cuenta de
que alguien está prometiendo un pago futuro que nunca llega, de forma
que en algún momento dejaría de utilizar ese dinero por miedo y
desconfianza. Esta constatación no es otra cosa que la teoría del
crédito de Mitchell Innes (1913).»
El sector privado de EEUU lleva endeudándose desde antes de la 2ª
Guerra y no parece que no pueda seguir haciéndolo hasta la Tercera.
Desde luego, pueden aparecer crisis económicas pero no hay
constancia cierta de que su causa sea la deuda privada.
5) Esta otra frase de Eduardo es casi mas «tonta» aun:
«En cambio, el sector público sí puede endeudarse ilimitadamente
porque impone por la fuerza (con los impuestos) la utilización de su
dinero. Ningún agente económico privado tiene el poder que tiene el
sector público para forzar la utilización de su dinero. Esta es la teoría
chartalista de Georg Friedrich Knapp (1924).»
Desde luego, si pensamos como Eduardo que el dinero es un «clic» de
ratón en un ordenador esta claro que ningún gobierno soberano va a
tener ningún problema económico para crear un programa espacial y
llevar la primera mujer a Marte. Pero… ¿quién puede pensar que el
dinero es un «clic» ? … alguien que trabaje, desde luego que no.
6) No voy a seguir señalando mas cosas «tontas» que Eduardo ha dicho
en tan breve escrito, pero si me gustaría señalarle que cualquier Teoría
Económica lo primero que tiene que hacer es explicar por que un «clic»
de ratón en un ordenador te pueden permitir comprar el Empire State.
Si ademas, la teoría se llama a si misma la Teoría Monetaria Moderna
…entonces con mayor razón.
Se lo repetiré a Eduardo para que lo entienda:
¿Por que el dinero te permite comprar bienes y cuantos bienes puedes
comprar con el?
(eso si da para una Tesis Doctoral)
Me gustaría enseñarle algo a Eduardo que espero que sepa apreciar
en lo que vale:
Las ecuaciones más simples que describen un sistema “depredador-
presa” son las siguientes:
dx/dt= a•x – b•x•y
dy/dt= c•x•y – d•y
No importa demasiado que no se entienda bien lo expresan, lo
importante es que se entienda bien lo que significan, lo que te dicen:
a) Te dicen que no puede haber leones sin que haya gacelas. Hay
una causalidad entre la existencia de gacelas y la existencia de leones
que va desde las gacelas a los leones.
b) Te dicen que para que puedas hablar de “casualidad” tienes que
tener la variable tiempo en las ecuaciones que describen el sistema
para que te indiquen la dirección en la que camina el tiempo. Solo así
puedes descubrir que las gacelas anteceden y son la causa de que
existan los leones.
Por el contrario. La ecuación que enuncia la 1ª Ley de la Selva, y que
reza:
1ª LEY DE LA SELVA: “el numero de gacelas que cazan los leones es
igual al número de gacelas que se dejan atrapar por los leones”
Aunque es manifiestamente cierta, no implica ningún tipo de causalidad
porque no contiene la dependencia de las variables del sistema con el
tiempo, ni contiene alguna de sus derivadas temporales.
Los economistas no lo sabéis porque nadie os lo ha ensañado pero
para que exista “causalidad” necesitas que la variable tiempo, o alguna
de sus derivadas, aparezca en la ecuaciones que describen el sistema.
No es culpa vuestra. La razón de que no sepáis algo tan básico es que
existe una conspiración a nivel mundial para que los economistas no
podáis hacer avanzar a la economía como disciplina científica.
Evidentemente todo el mundo sabe, y los economistas también, que la variable tiempo está implícita en la causalidad, y evidentemente la variable tiempo está constantemente presente en el argumentario de ambos autores. Pero es que la teoría económica no posee ni puede poseer validación empírica (que sea objetiva, indiscutible e igualmente interpretable para cualquiera) de algo así.
Esto no es ninguna conspiración, simplemente es la naturaleza del objeto de estudio que no permite más que aproximaciones «filosóficas», y por muchas hojas de complejos cálculos matemáticos y por mucha recogida minuciosa de datos con los que se quiera adornar el nombre de ciencia, todos ellos no tienen mucho más valor que los de la astrología.
Saludos
No es verdad que no exista una conspiración mundial para impedir que
la economía sea una ciencia como lo son todas. Existe y no es difícil
demostrarlo:
1) En los libros de macroeconomía que utilizan los estudiantes
primerizos se narran los Principios Básicos de la Economía, que suelen
ser unos diez o doce según cual sea el libro. Por ejemplo, en el libro de
Paul Krugman son 10 los Principios se se narran.
Solo en uno de estos Principios se habla del dinero, y solo para decir
vagamente que …»crear dinero produce subida de precios» … es un
hecho contrastado de la economía, un Principio de la Economía.
Los demás principios del libro de Krumagn, menos uno, son autenticas sandeces sin pies ni cabeza.
¿Porque crees que se enseñan tantas estupideces a los economistas
primerizos en una universidad?
2) La TMM se empezó a popularizar en los años noventa cuando
empezó a ser una realidad la creación del Euro. Paso al olvido entre el
2.000 y el 2.007 hasta que comenzó la crisis. Durante toda la crisis la
gente de izquierdas, tradicionalmente Marxista, se paso en tromba a la
TMM pidiendo que España y Grecia se salieran del euro porque los
países con soberanía monetaria no podían quebrar nunca. También
porque podían deflaciónar la moneda y salir de la crisis sin problemas.
Eduardo era partidario de que saliésemos del Euro en aquella época y
me imagino que lo sigue siendo.
¿Porque crees que tiene tanta buena prensa una teoría cuya principal
conclusión es la afirmación de que el euro no es viable, y que a países
como España les ira mejor con moneda propia?
¿Quien crees que pierde mas cuando un país esta endeudado, el rico o
el pobre? ¿Quién crees que pierde mas cuando hay inflación, el rico o
el pobre?¿Quien crees que esta perdiendo mas, España por no tener
soberanía monetaria o Argentina por si tenerla?
3) Eduardo empieza su articulo afirmando que la ecuación contable:
gastos = ingresos
no tiene linea causal. Y Eduardo justifica muy bien su respuesta.
Pero a continuación, sin añadir nada nuevo y sin definir ninguna nueva
propiedad de la compra-venta, razona que la linea causa es desde la
demanda o compra hacia la oferta o venta:
…»Es decir, el comprador puede normalmente elegir por su cuenta si va
a gastar o no. Sin embargo, con el vendedor no ocurre lo mismo: si el
vendedor no quiere ingresar dinero, no lo hará; pero si quiere ingresar
dinero necesitará a un comprador que desee gastar. El vendedor no
puede decidir por su cuenta si va a ingresar dinero o no. En otras
palabras, el que gasta es quien tiene la llave de la compraventa.»
¿Como es posible solo razonando sin cambiar de contexto llegar a dos
conclusiones contradictorias sin ni siquiera pestañear? ¿Como los
economistas pueden tiene semejante flexibilidad neuronal?
La respuesta es porque los han educado así. Porque durante 4 años
les enseñan a razonar de manera contradictoria sin llegar a percibirse
de ello. La razón es porque les han lavado el cerebro completamente y
como en la novela de «1984»…
2+2=?
Hay una CONSPIRACIÓN A NIVEL MUNDIAL para que la economía
no sea una ciencia y los economistas no sean científicos.
Me gustaría añadir que mi intención no es engañar a nadie:
…» Eduardo tiene razón al afirmar que la linea causal va desde el dinero
a la mercancía o producción»…
Lo que intento explicar es que la TMM no lo demuestra o no lo justifica
lo suficiente. Un razonamiento nos puede parece muy guay, pero solo
es un razonamiento. Necesitas algo mas que un simple razonamiento
para demostrar la linea causal que tiene una economía monetaria.
Luego esta el hecho de que la TMM hace unas afirmaciones sobre la
naturaleza del dinero que nada tienen que ver con que sea o no sea
cierta la linea causal de la que hablamos.
La TMM es básicamente una tontería, aunque contenga algunas
afirmaciones muy importantes que son ciertas.
Perdona Pedro, no me he sabido explicar bien, yo solo estaba hablando de lo peliagudo de la cuestión de la causalidad en economía y ciencias sociales en general. Es más, en realidad yo soy «Focaultiano» (aunque hoy día esté mal visto por la izquierda) en mi manera de entender el poder por lo que tengo también muy presente la relación saber-poder y creo que en la economía (la académica por un lado, pero también el saber-sentido común) es uno de los campos donde más se juega en este sentido.
Y por supuesto nunca quise sugerir que quisieras engañar a nadie, todo lo contrario.
Gracias por tomarte la molestia de contestar, saludos.
Perdón, no se el motivo pero parece que lo que escribo queda como cortado al final porque la linea se hace demasiado larga, puede que sea porque suelo usar Firefox, ahora pruebo con Chrome para ver si queda mejor, lo siento si es difícil leer mis comentarios.
Saludos
El problema de escritura no es tuyo sino del WEB de Eduardo. Tienes
que cortar tu mismo los renglones para que no se salgan por el lateral.
Es complicado eso de ser folcaultiano. Te deseo que lo lleves bien.
Bastante bien gracias, te cuento algo curioso, yo soy catalán y me di
cuenta de que hay una linea de estudio del poder que va de Focault
a Byung-Chul Han (de la biopolitica a la psicopolitica) que es un
excelente modelo para pensar lo que sucede aquí.
Saludos
No conocía a Byung-Chul Han (el de la psicopolitica) y me ha
sorprendido gratamente lo que comenta en este articulo de «el pais»:
https://elpais.com/elpais/2014/09/22/opinion/1411396771_691913.html
Lo noto un poco depresivo. Aunque no es de extrañar siendo
surcoreano y viviendo en Alemania. Su escritura transmite aceptación,
resignación pero muy bellamente vestida de la humanidad que rezuma en toda la cultura oriental.
Me cae bien el tipo, aunque no comparta lo que dice.
Que no tenga la menor duda que, en breve, habrá revolución y de las gordas. Se enteraran demasiado tarde como cuando lo del Vesubio.